lunes, 7 de marzo de 2011

El Ultimo Día

Y llegó un nuevo día, Scherezade soñaba con una sala de almohadones de plumas, sábanas de satín, decorados con hilos de oro. Paredes tapizadas con exquisitos jacquards tejidos con hilos de plata. 
Y cual va siendo su sorpresa al abrir la puerta de grandes dimensiones y encontrarse la terrible sensación de unas sábanas de poliester que cubrían unas simpáticas colchonetas de trapo, las cortinas de fibra artificial y todo en colores chillantes. 


El Sheik estaba abaratando costos, las guerras en los sultanatos vecinos impedian la llegada de las materias necesarias para producir las exquisitas telas. La gente comenzaba a sufrir escaces de telas, de vestidos... Y nadie entendía el porque. 


Shariar mandó a llamar a un sabio, una pitonisa y un comerciante. A todos hacía la misma pregunta 
¿Cuándo acabará esto? 
Los tres se vieron a los ojos, El sabio tomo una tiza y en el piso hizo cálculos de fórmulas muy complicadas de entender y pronóstico "Mi Sheik, en un mes pasada la siguiente luna llena llegará el fin de la calamidad". 
Shariar vió a la Pitonisa, esta tomo sus piedras, hizo unos bailes con cánticos y con voz de ultratumba dijo " La fortuna te sonreirá el siguiente día al terminar los días en q la luna complete su ciclo, ese día volverá la prosperidad". 


Así Shariar puso sus ojos en el comerciante, muy respetado en su gremio, quien con tranquilidad le expreso que un barco llegaría con materias en apróximadamente 32 dias y que si nada extraordinario sucedía, ese barco salvaría la economía del Sultanato.

Pasados los días, la ciudad caía en un total caos... En todo el sultanato no había un solo metro de tela. Los tres, el Sabio, la Pitonisa y el Comerciante habían fallado. 


Fue entonces que un viejito entrado en años llegó con el Sheik y le dijo "Amado Sheik, hay épocas de la vida contagiadas de caos donde la única respuesta a las preguntas es, Todo acabará cuando tenga que acabar" ... 
Y fue así que Scherezade aprendió a vivir entre el Poliester y el nonwoven... Pero justo fue que vió salir el primer rayo de sol y calló pues las sábanas se le había pegado al cuerpo.

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